Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Sor Juana Ines de la Cruz
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I
Auséntate,
¿qué no ves?
aunque alegre las porte nuestro amor,
mira esas ojeras,
mira como sus manos
no pueden ya ni sostener su entrega,
si no fuera por sus huesos de alma
ya estaría enfermo,
y nosotros
exagerando sus síntomas como padres comunes.
Debe descansar nuestro amor.
Auséntate, o si quieres yo me voy,
conmigo es más fácil
pues yo puedo alejarme y tu sientes que estoy,
pero tu si te alejas, te alejas de verdad,
no me quedan recuerdos valientes
que intimiden al polvo inmediato de la nada,
me quedo acompañado de la costumbre de ti
que me pide seguir las tradiciones de novios
que según nosotros reinventamos.
Es que, hay que dejar que el amor descanse,
mira sus ojeras, ojos que obligan cunas en las nubes,
deja que descanse, míralo.
Pero todo es un engaño,
mientras el amor duerme
el corazón celebra la resurrección de la espera,
fiesta sigilosa,
y las ansias calladas que se besan.
Jorge Santana
5 comentarios:
El amor tambièn se cansa...
El descanso es necesario cuando el amor despunta el vuelo hacia las dudas.
Besitos mi querido poeta.
...me dolió.
Una pausa tiene doble filo.
Me gusta más la interpretación tuya.
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