Renuncié al ocaso
y no le agradecí ese interés de toda la vida
por hacer mi camino más ligero,
por hacerme pensar que quizá cuando esté viejo
yo también voy a brillar hermoso.
Renuncié a las estrellas
sin saber a ciencia cierta
que ya no me servían para espantar al coco.
Renuncié a la soledad
y también a la compañía,
me encuentro en un punto neutral
donde me alimentan con expectativa pura.
Renuncié a las avenidas, al pavimento,
a los bulevares con jardineras lindas
que hacen que la gente olvide se dirige a la miseria.
Renuncié al pavimento,
únicamente transito por callejones íntimos,
por calles de piedra olvidadas,
por los caminitos entre el monte
que hacíamos de pequeños.
Renunciaron mis facciones a su elegancia
y me rio extendido, sin cruzar las piernas,
mi tristeza revienta y se escurre
sin importar que los demás no lleven paraguas,
mi lado femenino se sube a la bici de la vida
sin importar que lleva minifalda.
Renuncié a las preguntas absurdas
¿Cómo estas?, ¿Cómo te ha ido?
renuncié a ellas por sus respuestas artificiales
y mejor en vez de preguntar
trato de adentrarme en sus miradas.
Renuncié a esa varita de mago
que dice mi madre tienen mis ojos verdes
que la hacían sentir tan bien, que la transforman.
La mitad de la vara se la di a un mago mediocre
y la otra, a uno de esos tantos que hacen sanaciones.
Renuncié a tener organizados mis sueños,
a tenerlos etiquetados, como rebaños marcados,
como si fueran algo que al final del día
voy muy campante con mi cubeta y los ordeño.
Dejé mejor que mis sueños se fueran libres,
les puse patines y les mande besos, muchísimos,
y allá van, como mis guerreros
para esa eternizada lucha contra el propio pensamiento.
Jorge Santana
3 comentarios:
Me gustan tus letras, aunque no importe.
Saludos, desde el Sur
si importa
gracias
Hay un momento en el cual aprendemos que para "ser", hemos de renunciar, sin más.
¿Qué has hecho con los archivosssssssss?
(No me digas, "renuncié")
Un beso Sr
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