El equilibro de tu boca en mi boca
en las horas de sal que no se beben
vamos a recostarnos sobre el minutero
dejar que el agua llegue y se vaya
sin provocar temblor en la memoria.
Hace algún tiempo pensaba que el sonido
era algo que rodaba enjambrado en tu cadera
pero aquí está entre nosotros ese estruendo
de una nación que nace libre de paredes
de un dolor mutuo que unido se descansa
en grandes hamacales de humedad suspendida,
hay una simpleza que no se explica
que no deja evidencia ni se posterga,
vamos heridos hacia ella
sin pensar en regresar, sin la dirección exacta.
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