jueves, enero 13, 2011

Liszt

I

Caminan por la calle sin voltear a verse,
todos revueltos, sin el cubre-bocas,
cuando le pregunten a ese licenciado bien vestido
¿cual es su experiencia en labores sociales?
dirá que ha caminado por banquetas con la miseria,
con hombres que llegan a nada
por cargar con su esperanza desmedida.

II

No quiero estés sobre mi pecho al despertar,
quiero encontrarte en la esquina del cuarto
o con la puerta abierta sentada en el otro
mirándome desde otra perspectiva,
buscándome bordes coherentes,
no quiero encontrarte en mi pecho donde todo es lindo,
desde ahí las ventanas rosas de tu cuarto
parece que prolongan la luz de su misterio
pero estamos desnudos en la sombra de un beso
haciendo al sentimiento un poco más legible,
pero no se puede desenmarañar a la noche
con nudos de gargantas congeladas.

III

Mujer,
debes creer en algo, en el big bang,
en una entrepierna noble
o en el costoso tarot de una bruja citadina.
Tus ojos todavía existen aunque los espejos
sólo reflejen dos bolsillos faltos de mercurio,
faltos de cromo que sobra en los rines
de tu novio golpeador y masculino.
El miedo en tu aliento crece como un árbol descuidado,
sin proporciones, sin nido entre sus ramas,
no te detengas, debes desembocar en el mar
no en los charcos de tu calle sin pavimento.
Mujer, atractiva, todavía eres trapecista
en los sueños de algún hombre solitario.
Basta de contemplar los diablitos de luz en los postes,
debes creer de nuevo, debes creerte algo.

Jorge Santana

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