Ausencia XXXI

Ausencia XXXI

Vinieron a tocar a mi puerta las estaciones,
otoño, verano, invierno y varias primaveras,
como no estas, ¿que caso tiene que lleguen?
si aunque me estén envolviendo
sin ti
no me doy cuenta,

pero contigo me daba

pues si era el otoño caían tus caricias
como las hojas caen a maquillar el mundo,
mis manos con pañuelos de cachemir nevado
las tomaban del suelo, tus caricias de talco
las ponía entre el intimo libro de mis ansias
que relata los dramas de un amor vagabundo,

y … si era primavera, rápido se notaba,
tus vestidos secuestran el color de los parques,
de las flores cuidadas en las casas más ricas,
el aroma de flor que apenitas si nace.
Ibas naciendo entonces, planta de mi cuerpo,
planta de los besos telepáticos,
iba yo
naciendo entonces
pues envidio que nazcas
y crecíamos juntos durmiendo en los nidos
del ocaso jaspeado tibiamente en tu fleco,

y… si era verano, tú me lo anunciabas,
me daban tus abrazos sin querer la primicia,
se aligera la ropa, también la de mente,
regalaban tus ojos el rumor de sandias.
En verano se busca descansar en lo fresco,
tu dormías sudando en la red de mis ojos,
sudor que enaceitaba el motor de mi pecho
que palpitando toca la canción aquella
que parece habla de tus suspiros
cuando al pensarme su aliento se desmaya,

y… si era invierno, me quedaba esperando
a que amaneciera tu cuerpo en mi monologo,
me apretaba inquieto a tus senos de lana,
tus manos sobre las mías son guante del amor,
tus palabras cariñosas, cerillos efectivos
que encendían la fogata de los espejismos,
invierno con castillos de hielo bondadoso
reinados por sociables lavas de pasión.

Pero más me gustaba la estación nueva,
ni verano, primavera, ni invierno, ni otoño,
la que se forma al menearse nuestros vientos
sobre el sembradío de vellos sonrojados,
la que se iba formando con los besos fugaces
que cruzaban la noche alegre de tus ojos.

Jorge Santana

Pintura por Degas, Bailarina en Tutu Verde