lunes, junio 15, 2009

Adiós

No tienen tus ojos recuerdos,
duermen inmenso, con camas gigantes.
Tu boca olvida el significado de las palabras
y cuando habla
lo hace con el entusiasmo de abrir lo inexplorado.
Tus gestos parecen chiribitas frescas,
mariposas con color de experimento.

No tienen tus manos caricias ensayadas,
ni manchas como de tinta por escribir venenos,
manos que no pintan naturaleza muerta,
buscan siempre la sandia verdadera
aunque le acose una que otra mosca.

No está cercado tu ombligo,
nadie te ha medido la cadera,
de tus curvas costeñas salen barcos
que no se llevan nada de ti.

Sales de la ducha con tu aroma de mujer intacto,
nada te borra,
nada traspasa tu fantasía.
Se trasluce la primavera
aunque uses el brassier más negro,
las medias más gruesas.
Bajo tu cuello, en el centro de tu pecho
se escucha una cocina activa, cruje la madera incendiada,
tu espalda toca las campanas de su pequeña iglesia.

El viento se ha vuelto tu estilista
¿qué te debe el aire?

Pies que parecen siempre marchar un desfile
que los celebra a ellos mismos.

Nadie ha preguntado a tus parpados
¿qué ven desde su perspectiva?
Nadie ha querido averiguar qué ingredientes
le robó tu sudor a las hierbas.

El único instante que tus labios guardan
es la división amistosa
de un caluroso pan matutino.

Jorge Santana

2 comentarios:

@Intimä dijo...

Cuando hay un adiós, lo mejor es guardar el dulce néctar que quedó de un beso, las risas compartidas lo demás que se vaya de despedida con el viento.
Besitos :-)

Oli Cotton dijo...

Poeta Necesita usted un néctar veraniego olor a sal de cangrejo playero.



Lo amo, frenéticamente.