lunes, abril 26, 2010

Poema 1

Sin merecer nada
busqué en cada esquina
a la vida sorprendente que deseo,
a ese desmayo de mis austeridades,
al equilibrio incandescente de las cosas alegres.

Encendí las cuevas tenebrosas de mi casa,
los recovecos de miedo ahora son pasillos
que ya no recuerdan su angustia.
Tiré a la basura las cortinas muertas
haciendo posible se propasen mis manos
con la hiperactiva luz de la mañana.
Anduve entre las fotos sin consumir su historia
para salir triunfante al terminar de verlas,
grabé el sonido que hace la vieja mecedora
cuando el viento se sienta en sus achaques,
tocaré la grabación cuando mi cordura
finja se ha vuelto sorda por mi culpa.

Mis exnovias platican en la agenda vieja
donde guardo sus números obsoletos,
discuten entre ellas
que si algún día decido llamarles de nuevo
ningún número estará en función,
mientras discuten voltean a verse entre si
para ver a quien escribí más bonito.

No puedo escuchar el timbre de la casa hasta acá,
estoy en el fondo, al final de mi mismo,
aunque lo escuchara,
aunque fuera la entrega
de algo costoso que pedí por Internet,
no iría a abrir la puerta,
estoy tan agusto en este límite de mi,
sentando en la orilla, me cuelgan las piernas.

Jorge Santana

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