Tengo la destrucción necesaria
para poder construirte,
en ésta casa de nadie que todos habitan,
en éste pacifico silencio que enfurece
la bravura de los días.
Guerras huérfanas de patriotas
que corren despavoridas, desnudas
a la mitad de nuestros quehaceres,
guerras que se atraviesan en la tele,
que están ahí expectantes en el siguiente canal.
Ya no queda compasión para tu herida, habiendo tantas,
debemos conformarnos con el invierno
porque aunque llegue el verano, no será lo mismo,
ya estamos conformes, ya estamos hundidos
como una cama vieja que sólo espera a los muertos,
aquí ya nadie duerme, el descanso se platica
como aquellas leyendas imposibles.
Son lámparas que tiritan en la boca de un lobo
tus palabras rebuscadas que caen esplendorosas en mi plato,
me las creo mi gobernante para ir pasando los días,
para poder abrir la boca sin gritar, porque gritar estorba
aunque todos estén sordos, ensordecidos por esa guerra
que sigilosa revienta en mi mesa a la hora de la cena,
ya no sé qué opinar, ya no sé qué responder,
aquí todo es correcto, todo es una solución
que nunca acaba de explicarse y por eso, jamás se aplica.
Tengo a la patria perdida, la dejé entre los recuerdos
y ya no está, ya se la llevaron para que no me duela.
Jorge Santana
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