El viento huele a frío
y tengo severas dudas sobre la eficacia del café,
éste amanecer conversa en voz alta la noche anterior,
los rayos corren precipitados a comenzar las sombras
pero nada detendrá la rutinaria ceremonia de nostalgia.
Las puertas lucen confundidas,
ya no sé que lado da para afuera,
y muchas puertas se abren y cierran a un cerrón pequeño,
las ventanas siguen en lo mismo
empeñadas en provocar curiosidades imposibles.
La mañana llegó austera
como desprendida de los rayos,
pero intacta, reusable,
con un seño desnudo y dispuesto
a abrir el cajón de los colores.
Jorge Santana
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