Ya perdiste tu nombre
lo olvidaste al pie de una sonrisa
que por las noches tampoco sabe quién es,
lo rompiste en las buganvilias frustradas
porque su color es buganvilia y no rojo,
ni morado, ni rosa,
tu nombre perdido en la caja pequeña
que guarda los botones prófugos de mis sacos,
en el alfiler noble que junta flacamente
nuestro bostezo matutino,
se quedó tu nombre en el sollozo claro de Ella Fitzgerald
que camina en ecos largos por tu mirada intransitable,
tu nombre ya no está, pero si te llamo Mar, giras
y me sonríen las arrugas prematuras de tus ojos
sin que tu lo sepas, como si tuvieras dos caras
y aquella que no vigilas es la sincera,
por eso te pregunto si me amas
cuando estás entre dormida
para tener por respuesta el discurso de tu cara.
Jorge Santana
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